respecto al caso del cabo A. García (muerto en 1970), que involucra a Daniel Delgado Diamante, quiero hacer unas anotaciones. a partir de las noticias difundidas por el diario La Prensa, en varias conversaciones durante la presente semana, emití conceptos fundados en la versión del diario en mención, dejando entrever una innegable culpabilidad del ministro/exministro (no sé cuál sea su status exactamente)-
sin embargo, a partir de otra versión aparecida hoy en El Panamá América, igualmente creíble, reconozco equivocaciones de mi parte, y menciono el contexto en el que se desarrollan (sin pretender de ninguna manera justificar el auto-reconocido error)
1. ha sido fácil dejarme llevar por prejuicios, apoyado en lo que aparece como información en los medios de comunicación que como sabemos, manipulan y son manipulados por intereses económicos. ninguna de las dos versiones han demostrado ser ciertas, las dos pueden ser falsas, en todo caso cabe presumir la inocencia, y esperar (¿qué más se puede hacer?) que el MP haga un buen trabajo investigativo, así como que la justicia tenga posibilidad de encontrarse con el derecho.
2. es increíble el poder de convencimiento de los medios, más allá de la voluntad individual consciente de ser objetivo y justo. lo bueno, es poder recapacitar sin la verguenza de haber actuado en función de intereses o simple terquedad. lo mejor es aprender a cerrar esos espacios por donde se cuela a veces la irracionalidad.
3. el nivel de confianza interpersonal en nuestro país es bajo, y el de credibilidad institucional quizás peor. todo ésto se alimenta del ejercicio históricamente pervertido del poder político de unos sobre otros durante toda nuestra época republicana (y desde antes).
específicamente en este caso: las violaciones a los derechos humanos durante el período 1968-1989 y su status de materia pendiente de resolución, la instrumentalización de la "democracia" pos-invasión y su limitación a lo meramente formal-electoral, la ilusoria separación de poderes e independencia judicial, la corrupción generalizada en nuestra sociedad, la doble-triple moral, el juega vivo.
solamente espero que el análisis del caso se centre en el caso, y no en la coyuntura política o la intención existente en el hecho de presentar el caso en este momento. el muerto, muerto está, y en eso consiste el hecho.
sin embargo, a partir de otra versión aparecida hoy en El Panamá América, igualmente creíble, reconozco equivocaciones de mi parte, y menciono el contexto en el que se desarrollan (sin pretender de ninguna manera justificar el auto-reconocido error)
1. ha sido fácil dejarme llevar por prejuicios, apoyado en lo que aparece como información en los medios de comunicación que como sabemos, manipulan y son manipulados por intereses económicos. ninguna de las dos versiones han demostrado ser ciertas, las dos pueden ser falsas, en todo caso cabe presumir la inocencia, y esperar (¿qué más se puede hacer?) que el MP haga un buen trabajo investigativo, así como que la justicia tenga posibilidad de encontrarse con el derecho.
2. es increíble el poder de convencimiento de los medios, más allá de la voluntad individual consciente de ser objetivo y justo. lo bueno, es poder recapacitar sin la verguenza de haber actuado en función de intereses o simple terquedad. lo mejor es aprender a cerrar esos espacios por donde se cuela a veces la irracionalidad.
3. el nivel de confianza interpersonal en nuestro país es bajo, y el de credibilidad institucional quizás peor. todo ésto se alimenta del ejercicio históricamente pervertido del poder político de unos sobre otros durante toda nuestra época republicana (y desde antes).
específicamente en este caso: las violaciones a los derechos humanos durante el período 1968-1989 y su status de materia pendiente de resolución, la instrumentalización de la "democracia" pos-invasión y su limitación a lo meramente formal-electoral, la ilusoria separación de poderes e independencia judicial, la corrupción generalizada en nuestra sociedad, la doble-triple moral, el juega vivo.
solamente espero que el análisis del caso se centre en el caso, y no en la coyuntura política o la intención existente en el hecho de presentar el caso en este momento. el muerto, muerto está, y en eso consiste el hecho.