Cuando el compañero Benjamín llegue al poder (...) organizará los mejores carnavales en la historia patria, para inaugurar por todo lo alto un nuevo período: la 2ª República.
El viernes desde mediodía será libre para todos, sábado, domingo, lunes serán uno más increíble que el otro. Será la alegría del pueblo.
¿El martes de carnaval? Preservativos, sancocho y seco para todos. ¿Seco?...mejor whisky y vodka. Secaremos temporalmente los ríos adyacentes para que el jolgorío popular sea insuperable.
A la medianoche del martes, quién se encuentre en la calle celebrando, recibirá fuego de metralla.
En cinco minutos limpiaremos este país de la basura inconsciente que contribuye proporcionalmente al desequilibrio ecológico global.
Pueblo imbécil, manada de idiotas, incapaces de luchar. Se conforman con una ilusión de cuatro días en lugar de responsablemente buscar su bienestar. Nos merecemos todos los muertos en buses incendiados, envenenados por medicamentos, la pésima atención de salud y educación, nos merecemos toda la miseria que sufrimos.
Al día siguiente, lo más seguro, algún levantamiento popular (...) acabará con mi vida. Pero esa era mi misión, despertar un pueblo muerto.
Ojalá jamás ocurra una historia como la anterior, pero ésto es lo que siento hoy en un país conformista. Es verdad, mis estudios en derecho se dirigen hacia los derechos humanos, pero quién no cumple su deber que no se queje cuando le violentan un derecho.
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