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miércoles, 10 de enero de 2007

Hablando en serio

otro escrito, el segundo, de La Prensa, el 2 de agosto de 2002.

Debe ser agradable ver a papá aparecer en los medios de comunicación, diciendo que el problema de seguridad nacional se deriva de la pérdida de valores morales y que la solución está en reestructurar la sociedad. Suena bonito, incluso interesante, aunque no tengamos ni idea de cómo llevar esa frase a la realidad. Tal fue la metafísica solución planteada hace poco por un notable dirigente empresarial en televisión.

Sin embargo, a la hora de discutir reestructuraciones reales, posibles y sobre todo necesarias, como la reforma tributaria, estos grupos siempre se manifiestan en contra.

A pesar de las ventajas y beneficios que Panamá les ha ofrecido, las clases industrial y empresarial han demostrado una colosal incapacidad o un inhumano desinterés por lograr grandes proyectos de desarrollo nacional que vayan más allá de sus deseos y necesidades.

Para ellos nunca ha sido ni será el momento para hablar de reforma tributaria que afecte sus tranquilos estilos de vida, pues ésta, según ellos, siempre generaría cierre de empresas, desempleo e inestabilidad a estos sectores en eterno llanto por una crisis económica, y en eterna y aparente disputa con gobiernos que, dados los obvios grados de parentesco y amistad que comparten, siempre han terminado tirando hacia el mismo lado.

Pero esta crisis nunca ha impedido que estos pocos ciudadanos se harten en los mejores restaurantes de la ciudad, sueñen y construyan las casas de los sueños en cualquier lugar del país que se les antoje, se vayan de vacaciones a Europa y adquieran otro carrito para el niño, que por supuesto, ya se lo merecía.

Si la cosa se pone dura, dicen que hay que ajustar algo en el negocio, pues alguien debe estar sobrando en la planilla y se tendrá que ir a su casa, porque hay recesión...es que el Gobierno no nos incentiva... es que el panameño no es productivo (quien quiera ser productivo en nuestro país, que tenga paciencia para esperar el reconocimiento).

Y para recuperar la seguridad: valores morales, amén. El hambre no cuenta ni la desesperanza.

¡Agarren seriedad señores!, es verdad que todos tenemos parte de responsabilidad y podemos ser parte de la solución, pero si van a seguir apareciendo en los medios, que sea para proponer planes reales y no para hablar bonito y tener otro tema para hablar en el club.

Necesitamos ideas posibles, propuestas viables, y no estaría de más que por primera vez en nuestra historia patria, fueran ustedes los que pusieran la cuota de sacrificio y esfuerzo, como lo hicieron Victoriano y Ascanio, personajes reales que, sin querer, y junto a otros hijos del fastidioso obrero y la simple cocinera hicieron posible que ustedes hoy se repartan el nuevo pastel de las tierras revertidas sin dejar de disfrutar sus anteriores bienes.

Sean ejemplo de trabajo para los trabajadores o dejen de pedir lo que ustedes nunca han estado en capacidad de ofrecer: moral y sacrificio.

Sepan que el hambre también cuenta, la correa cada día necesita más huequitos, pero que todavía hay tiempo de rescatar algo del Panamá tranquilo que se nos va.

Cuidado que un buen día los pedacitos débiles de la soga se dan cuenta de que también sirven para amarrar.

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